sábado, 26 de diciembre de 2009

Libros que viajan.- *


Libros que giran, libros con alas, libros a la deriva. En fin, libres los libros. De eso se trata la campaña que llevan adelante desde hace casi un año dos publicistas que promueven el "tráfico" de libros de una manera muy original: dejarlos en la calle como si fueran olvidados para que quien lo encuentre, después de leerlo, repita la operación y alimente la circulación de textos. “La idea es que la gente lea un poco más, pero sobre todo buscamos que las personas opten por hacer algo por el otro", afirman los creadores del proyecto Yo leí este libro.

Por María Daniela Yaccar
Fotografía de Sofía Lobo

Buenos Aires, noviembre 19 (Agencia NAN-2009).- Yo leí este libro tiene aires a esa historia cortazariana en la que un diario abandonado en un banco de plaza muta en un montón de hojas impresas y que, cuando alguien se apropia de ellas, retornan a su condición original. Con la salvedad de la metamorfosis final, según la cual esas hojas se utilizan para empaquetar medio kilo de acelgas, la secuencia de acciones que proponen Federico Sordo y Germán Barbato es la misma que supo retratar el genio escritor: dejar libros en lugares en los que parezcan olvidados para que quien los encuentre repita la operación. “Buscamos que la gente lea un poco más, pero la idea trasciende la cuestión cultural. Tiene que ver con el compromiso con el otro y con rescatar valores sociales”, definieron los creadores de este “tráfico”, como les gusta llamarlo, un modelo que ya fue importado en otros países.
En enero de este año, Federico y Germán tuvieron una simple pero gran idea: compraron libros baratos y empezaron a distribuirlos en bancos de plaza y cajeros automáticos. Por fuera, y con la idea de que parezcan dejados a la deriva, sin querer, no había ninguna señal de que formaban parte de su proyecto. Pero en la primera hoja todos presentaban una serie de “instrucciones a seguir cuando uno encuentra un libro sin dueño” en las que todo está permitido --¡hasta venderlo!--, excepto quedárselo: “Ése no sería un buen gesto de su parte. Porque no sólo se estaría quedando con el libro, sino que estaría privando a alguien que lo pueda leer”. La decisión ideal del transeúnte no distraído es que se lo lleve a su casa, claro, pero no sin después “dejarlo en el lugar que prefiera para que otra persona lo encuentre”.
La iniciativa surgió de un concurso académico --ambos son estudiantes de publicidad-- que invitaba a crear una gráfica para fomentar la lectura. “Sentíamos que con una imagen no pasaba nada, y se nos ocurrió esto que es más dinámico”, recordó Germán en una charla con Agencia NAN. El siguiente paso fue empezar a pedir donaciones. Ahora, sus impulsores van por más: lo que quieren es desconcentrar la actividad de ellos mismos para que ande por sí sola y adquiera mayor dimensión. En la página web del proyecto están disponibles las instrucciones en formato "pdf" para que la gente las descargue y las añada a los materiales de los que guste desprenderse, para que otros le extraigan el jugo a la afrodisíaca fruta de un par de palabras.
Con el objetivo de hacer un seguimiento de esa cadena de favores que ya empezó a constituirse, los jóvenes solicitan a través de su blog que la gente envíe fotos y comentarios. "Porque si esto no sucede, es complicado medir sus resultados", afirman. El único “dato duro” que puede traerse a colación es la cantidad de libros que dejaron por allí Federico y Germán: aproximadamente 110. A eso se suman los testimonios que la gente deposita en la página web --que ya tiene más de 6.500 visitas---, y sus cuentas de Facebook y Twitter. “La respuesta fue bastante grande, ayudó mucho el avance de la comunicación”, destacó Federico. Un detalle estimulante es que la propuesta es for export. A saber, ya se replicó en Francia, Colombia, Costa Rica y República Dominicana.
Un proyecto anterior a Yo leí a este libro es Book Crossing (BC), una organización que actúa a nivel mundial. Lo que los separa son diferencias económicas y conceptuales: BC cuenta con apoyo estatal e informa sobre la ubicación y la hora en que los libros se vuelven huérfanos, y todos ellos llevan un número de identificación que se inserta en una base de datos. “No sabemos a dónde queremos llegar con todo esto, por eso es que todavía no pensamos si queremos conseguir apoyo oficial”, aclaró Germán. Lo de las coordenadas es una práctica que los impulsores de Yo leí este libro sólo llevan adelante ocasionalmente, porque prefieren “lo descontracturado”: la ruptura de la cotidianidad, el acto poético que va desde dejar un libro en la calle hasta tropezar mágicamente con él.
“La gente no sabe bien cómo reaccionar. Lo más común es que no le presten atención al libro. Son pocos los que agarran de una… En general se van, vuelven, ven si no los mira nadie y recién ahí lo llevan. Pareciera que le tienen miedo a que haya una cámara oculta. Una vuelta dejamos uno en un subte. La persona lo vio, bajó y empezó a atarse los cordones mientras lo relojeaba”, ilustró Germán. Lo importante es que el que pase por la experiencia entienda que “por el sólo hecho de encontrarse con un libro ya es parte de algo, tiene una responsabilidad”, añadió Federico.
Yo leí este libro representa también una ruptura del libro en tanto fetiche cultural. “Nosotros no somos asiduos lectores y no creemos que el libro de por sí tenga un valor. Sin embargo hay mucha gente nos dice ‘apoyo el proyecto pero no te voy a dejar ninguno de mis libros’. Lo que buscamos es que las personas opten por hacer algo por el otro”, recalcó Federico. Mientras más tomen esa decisión, montones de hojas impresas que descansan en paz en cualquier biblioteca hogareña tendrán la posibilidad de resucitar. Volver a ser en las manos de alguien para ser otro montón de hojas impresas por sólo un rato y volver a ser en las manos de otro alguien y volver a ser un montón de hojas impresas y volver a ser en las manos de otro alguien... (ad infinitum).

Blog:
http://www.yoleiestelibro.blogspot.com/

*Publicado en Agencia NAN el 19 de noviembre de 2009.
http://agencianan.blogspot.com/2009/11/libros-que-viajan.html

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