sábado, 26 de diciembre de 2009

"Aprendí a disfrutar del encanto de las melodías vulgares" *


Consolidado desde hace años como uno de los más grandes del rock nacional, repasa con El Cruce varios tramos de su carrera y habla de su próximo disco con Nikita Nipone. Da sus definiciones sobre Charly García, Spinetta y Maradona. Dice que la suya es una "militancia intelectual" y sostiene que "pedir seguridad y paz, y no pedir educación, salud y trabajo es como tener una mano con dos dedos". Recuerda momentos conmovedores en su relación con el público. Y afirma que su vida y su arte van por el mismo camino. El placer y el dolor, la música, la política y la familia, según Calamaro.

Por María Daniela Yaccar y Facundo Gari

La Real Academia Española define como "popular" a aquello estimado o, al menos, conocido por el público, y asocia a lo "sofisticado" con lo elegante y lo refinado. ¿Es necesaria la exclusión de lo uno por lo otro? No para Andrés Calamaro. "Me considero popular y sofisticado", se define en una entrevista por e-mail con El Cruce. Y aquí la ambigüedad no es indecisión: el trovador configura en ese espacio liminal que va del to be or not to be mundano una identidad rockera excluyente y a la vez abrazadora, marginal tanguera y pop metropolitana, tan rioplantense como la murga; tan universal como el rock and roll. Él es al tiempo sexy y barrigón, turista y ciudadano en Buenos Aires, un noctámbulo que ahora se da el gusto de dormir frente al televisor.
De manera que la excusa para una entrevista no podía ser un único criterio palpable, sino la mismísima estancia en la que el cantante se hospeda: entre el regreso y el aggiornamiento, el set-box Andrés. Obras incompletas y el disco que prepara junto con Nikita Nipone, el retiro creativo y la compañía entrañable.

Grabaciones encontradas

- Las antologías tienen un aura de balance, de pausa para la introspección. ¿Fue, hasta aquí, todo “sexo, drogas y rocanrol”, a lo Spinal Tap?
- Obras incompletas es un balance de diez años de grabaciones y proyectos existenciales, el tercer acto de mi vida musical. Y fue el más destroyer y el más aventurero y personal, musicalmente hablando. Al principio era un “aspirante” y terminé al frente de mi propia banda. Después, formamos Los Rodríguez y fuimos turistas en Buenos Aires. A partir de entonces, tuvieron lugar mis grabaciones y mis tiempos más subterráneos, más arriesgados. Mi encuentro con los “maestros” del principado flamenco y el latin jazz. No fue todo “Spinal Tap”, pero cumplí con todos los mandamientos del rock sin descuidar el sonido y la música, la experiencia y la historia.

- ¿Cuáles fueron los criterios de selección de las canciones?
- No fue fácil, pero tampoco difícil. Llegado un momento, decidimos no escuchar más música, no intentar abarcarlo todo, y concentrarnos en recopilar canciones para seis buenos discos. Nos impusimos criterios sonoros, musicales, rockeros, poéticos y sentimentales. Durante todos estos años trabajé para que exista un repertorio ancho y propio. Es probable que mis canciones se sigan escuchando siempre, y ya formen parte de la biografía cantada de alguien.

- Lo que rápidamente se vuelve evidente es eso que le señalaron tantas veces: cumbia, tango, rock, pop... ¿No le pone limites genéricos a la canción?
- Le pongo límites “subgenéricos”... Aunque todos tenemos nuestros propios límites, confío en haberlos roto, en haberme rebelado contra mis limitaciones, en las grabaciones y en la experiencia musical.

- Se sabe que su gusto es ecléctico. ¿Su acercamiento con lo popular y lo elitista lo definió como artista?
- No sé. Me considero un artista de rock. Me parece lo más normal del mundo escuchar a Tom Jobim, The Residents, The Allman Brothers, Mastodon, Thelonious Monk y Rubén Blades. Fui educado en la tolerancia.

- ¿Y se considera un cantor popular?
-Bueno, ¡tampoco soy el más popular del mundo! Digamos que me considero popular y sofisticado.

Honestidad brutal

- ¿En algún momento de su carrera le tuvo temor a la cursilería?
- Cuando era un adolescente presumía de gustos elitistas, pero con el tiempo me fui relajando un poco y aprendí a disfrutar del encanto de las melodías vulgares y del oficio de la mayoría de los cantantes.

- En ese camino tuvo momentos dulces y amargos...
- En cuanto a mis amarguras “musicales” o satelitales a la profesión, los disgustos son inversamente proporcionales a las expectativas en torno a un disco, a un lanzamiento, al desarrollo de un álbum. Si bien la música es de naturaleza benigna, es una materia que sólo puede alegrarnos el espíritu. La convivencia no es sencilla, y sufrimos por igual los principiantes y las “figuras”. Argentina es un sitio rockero pero complicado. Frente a las amarguras están las alegrías, desde las íntimas y sutiles -como el sonido logrado en un ensayo, el placer puro de tocar, una grabación que nos gusta- hasta la consagración de la primavera de las ideas. Puedo celebrar el recuerdo de suficientes triunfos. Sin embargo, estoy disfrutando más ahora que antes, porque me encuentro más seguro para cantar y enfrentar la responsabilidad otorrinolaringóloga. Además, los momentos dulces no tiene relación directa con los triunfos y el éxito; los músicos sabemos que disfrutamos tocando porque es nuestra pasión, una de las cosas que más nos gusta hacer, y vamos a celebrarlo en bares o en grandes recintos. Las pérdidas, los compañeros que se quedaron en el camino, son la sombra que nos acompaña y también es el orgullo de haber compartido, con ellos, los momentos más gratos. Me costaría seleccionar un único momento dulce: vivo intentando generar placeres hedonistas y me siento bendecido por el respeto de los músicos y el afecto de mi pueblo.

- Con La lengua popular apareció un Calamaro en transición. "Ya no soy el viejo Andrés que no dormía jamás", confiesa en una canción. ¿Vivió ese momento como una suerte de renacer como artista?
- No me atrevo a decidir entre los conceptos “renacimiento” y “transición”. Mejor dicho, acepto ambos estadios como posibles y necesarios. La transición y el renacimiento. La lengua popular fue un gran disco porque la química musical con Cachorro López resultó brutal, muy positiva. Antes había grabado discos de género o “de culto”, como El palacio de las flores --éste a medias con Litto Nebbia--, las producciones madrileñas de Javier Limón y el propio El salmón. Quizás El regreso y Made in Argentina sean, literalmente, mi “renacimiento”, o contemplen una etapa que bien podría considerarse así.

- ¿Cuánto influyó en eso haber encontrado "la mitad del amor"? ¿Y ser padre?
- Se supone que los poetas están más influenciados por la carencia de “la otra mitad”, que es esa clase de concepto, como el amor, la lealtad y la libertad, que terminamos de comprender cuando no están; en ausencia de... Pero nunca había vivido con la fantasía persistente de formar familia, no estaba en mis cálculos. Además ya había vivido transiciones violentas antes: la consagración del oficio, los estados alterados, cambiar de continente y de país, volver a empezar, diferentes “rehabs”, la convivencia, la ruptura, la reconquista, hacerse de abajo, hacerse de arriba... Ya había cambiado antes. Vivir con una persona extremadamente joven es un estadio que me hace más parecido al resto de los hombres y las mujeres: Pero supongo que ésta es una realidad que va a seguir cambiando según las etapas de vivir y criar ocurran.

- ¿Salió de eso una forma de componer canciones diferente, lejos de lo que era el encierro exacerbado que mantuvo durante algún tiempo?
- El encierro es ideal. Difícilmente encuentre un método mejor. ¡Sufrir y gozar al mismo tiempo! Sin embargo, acepto otras prácticas, como la necesidad, el aburrimiento y el archivo.

El cantante

- Desde sus comienzos hasta aquí, ¿siente que mutó su relación con el público en los conciertos?
- Al comienzo no tenía relación. Además, el público era menos y otro. Después de militar en Los Abuelos de La Nada volví a enfrentarme a un público importante con Los Rodríguez, aunque mis regresos en 2005 me sorprendieron un poco y mis aterrizajes en México y Colombia, en 2008, fueron conmovedores, mucho más enormes de lo que podría haber imaginado. Difícil de explicar con palabras.

- ¿Qué se puede adelantar del disco con Nikita Nipone? ¿Tiene fecha de lanzamiento?
- No tenemos fecha. Tenemos un repertorio y son todos textos de Jorge Larrosa. Bajo ese manto es que colaboramos con Nikita Nipone. De momento, estamos terminando tres tracks que grabamos con Rafael Arcaute para mostrarlos a finales de año mediante un lanzamiento virtual, como corresponde a los tiempos y las costumbres digitales.

- Le había deseado suerte desde su página. ¿Qué le pareció finalmente el “regreso” de Charly en Vélez?
- No fui a Vélez, lo vi una semana después en “La Viola”. Y si yo tuviera una semana para televisar mis recitales no resistiría a la responsable tentación de retocar detalles en el sonido y la performance. No sé si fue el caso de Say No More y su banda, pero lo que escuché sonaba bastante impecable. La versión de “Llorando en el espejo” me llamo la atención por el balance del sonido y la interpretación correctísima.

- ¿Y qué opina sobre el otro gran “regreso” de este año, el de las bandas de Spinetta? Almendra, Invisible, Pescado Rabioso, ¿fueron una influencia para usted?
- Spinetta es inobjetable, para mi generación es un autentico héroe, una persona querida y admirada y una influencia compleja, quizás inabarcable. Escuché muchísimo a Spinetta y sería un grandísimo honor cantar con él de nuevo, como en Privé, Vida cruel o cuando me invitó a cantar en la presentación del disco La La La, suyo y de Fito Páez, en Obras Sanitarias.

Hotel Calamaro

- También desde su página, defendió al técnico de la Selección y reprodujo unas palabras de Alejandro Dolina al respecto. "Maradona no es una persona cualquiera, es un hombre pegado a una pelota de cuero. Tiene el don celestial de tratar muy bien al balón. Es un guerrero." ¿Falta entender eso?

- Irremediablemente voy a defender a Maradona de los ataques verbales de los hipócritas de la clase media y su reflejo en la opinión. Todos lo entendían cuando generaba alegrías y orgullo, y para mí siempre será ése Maradona. El cariño y el respeto por las personas debería ser infaltable y deberíamos aprender a querer definitivamente a nuestros héroes. Alguien me mandó ese fragmento de Dolina, que no es ningún macaneador, sino una persona culta que sabe muy bien lo que dice; no es ningún frívolo y no sigue la corriente de la barbarie informativa, ni la opinión antropófaga.

- Y ya que hablamos de fútbol, ¿sigue los campeonatos argentinos?
- No sigo demasiado el campeonato local, aunque a veces veo algún partido. Tengo amistad con el fútbol, pero soy menos que un hincha. Tampoco lo juego.

- ¿Y qué hace Calamaro cuando se sale del músico, cuando llega a casa y deja el abrigo en el sillón? ¿Cuál es su rutina como civil? ¿Tiene alguna actividad que considere una pérdida de tiempo pero que aún así realice, sencillamente porque lo hace muy feliz?
- No soy una persona diferente para la música que para el resto de las cosas. Me gusta conversar de arte, de cine, de política y de música. En casa hacemos lo mismo que hace todo el mundo: contesto el correo y me duermo viendo televisión. Si algo me hace muy feliz no es una pérdida de tiempo. Lo que es una pérdida de tiempo es todo lo demás.

Nadie sale vivo de aquí

Y "nadie puede presumir de integridad sin conocer a los enemigos que amenazan", según asevera AC en el prólogo del libro Postales tumberas (Aguilar), de Jorge Larrosa, su "ñeri", el tercero del "colectivo literario no intelectual" Los Poetas de la Zurda. El Salmón los conoce: "Comparto el dolor y las dificultades de mi pueblo", y por ello subraya que "endurecer la ley y reprimir no va a solucionar la peligrosidad ni la sensación de indefensión".

- Volviendo sobre la crítica a la construcción que hacen los medios, ese "libreto" que es producto de recortes de lo que unos y otros dicen. ¿Puede aplicarse esa lectura a la incidencia sobre lo que Susana Giménez declaró a propósito de la pena de muerte y sobre la represión para generar una opinión pública?
- No creo que Susana Giménez pida, realmente, la pena de muerte; aunque exista en Estados Unidos. Lo que quiero decir es que tampoco es algo tan ajeno al mundo occidental. La mano dura no va a solucionar nada. Esta violencia es imparable. Hay que reconstruir el país y el espíritu argentino y eso va a ser muy complicado. Argentina no es New York. En mi humilde opinión, endurecer la ley y reprimir no va a solucionar la peligrosidad ni la sensación de indefensión. Creo que hay un énfasis en el reparto del poder político y los factores socioeconómicos están desatendidos.

- ¿En qué sentido?
- Pedir “seguridad y paz” y no pedir “educación, salud y trabajo” es como tener una mano con dos dedos. Y cortarse tres dedos de una mano es una idea brutal y dolorosa. Este es un pensamiento prestado -lo hablaba almorzando con Adrián Dárgelos (N de R: cantante de Babasónicos)-, pero es una razón de estricta actualidad, y un razonamiento que, mucho me temo, no va a perder vigencia nunca. Como siempre, el pensamiento debería ser materia de debate, lo mismo que la desatención cultural, la educación como base de la cultura nacional, la salud y la vivienda como derechos humanos y el trabajo como unidad de comportamiento y subsistencia.

- ¿Se refiere al gobierno nacional?
- Creo que este gobierno, además de nacional, es popular y democrático. Es el que elegimos en las últimas elecciones. Creo que hay que ser más cuidadoso con el tratamiento que le damos a la investidura democrática. No hay que perder el norte, ni el respeto que merece el concierto democrático: sufrimos la dictadura y tendríamos que ser más reflexivos.

- Usted se definió como un hombre de izquierda al que no le gusta "el mundo que tenemos". En ese sentido, ¿concibe su carrera artística como una forma de militancia?
- La mía es una militancia intelectual, la que en los 70 se llamaba “militancia profesional”. Soy músico y ciudadano: mi preocupación es la militancia. Y mi aventura musical y mi vida son casi la misma cosa. Las canciones tienen componentes políticos y sociales, reflejos de la realidad y de las ideas.

- ¿Y qué sucede cuando las ideas de alguien al que usted admira por su carrera son tan contrarias a sus convicciones como para no poder dejarlo pasar, atendiendo a las declaraciones de Spinetta y Sandro por ejemplo? ¿Y a la inversa, cuando sus seguidores lo critican por alguna actitud, como el consumo de drogas?
- El “afuera” no me merece confianza. Hay demasiada agresión y pocas razones en las opiniones. Sólo me importan las críticas sensatas. Los ataques desaforados me rebotan. Además, desconfío de la mayoría de las personas que jamás se hayan intoxicado. Y en cuanto a Sandro y Spinetta, creo que son frases nada más, no opiniones. Pero Sandro y Spinetta son artistas y ciudadanos; pueden pensar y decir lo que quieran. Yo puedo respetar una opinión, un sentimiento, incluso un instante de bronca. No es el caso de Sandro o Luis Alberto, pero hay una gran diferencia entre un pensamiento conservador y la locura reaccionaria y racista.

- Al referirse a la tragedia de Cromañón, culpó a la "vista gorda, un folklorismo que aceptamos como parte de la viveza criolla" y estigmatizó la figura de los managers que "tienen mejor coche y mejor ropa" que los músicos. ¿Está de acuerdo con la sentencia judiciales en ese caso, entonces?
- Fue una tragedia irreparable. No escribí esa frase pensando en el manager de Callejeros, claro que no. Tampoco puedo estar de acuerdo con el resultado judicial: el pirómano sigue libre, hay demasiados cómplices y veinte años a Omar Chabán es una monstruosidad.

* Publicado en El Cruce Número 2, diciembre de 2009.

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