lunes, 11 de enero de 2010

El escritor y los canallas


La contundencia característica que Arturo Pérez-Reverte imprime en las citas dominicales que tiene con sus lectores tomó forma de libro en Cuando éramos honrados mercenarios. En este último trabajo aparecen recopilados los artículos que el escritor español publicó entre 2005 y 2009 para la revista XLSemanal. A modo de síntesis de estos últimos años, en su nuevo libro impera la crítica frecuente a los políticos de turno, pero también a los ciudadanos que actúan como “cómplices pasivos” y que “no reaccionan ante nada”. Para Pérez-Reverte, “todos somos cómplices de los canallas que nos manipulan y lo somos por incultura, por comodidad”, recalca.

Su labor como articulista fue recogida antes también por Alfaguara en los libros Patente de corso, Con ánimo de ofender y No me cogeráis vivo. Sobre Cuando éramos honrados mercenarios asegura que “resume perfectamente el espíritu” que los ilumina. Por otro lado, en marzo verá la luz un nuevo trabajo, El asedio. Se trata de una novela en la que dice haber volcado “todo lo que ha aprendido hasta ahora”. El “botín final” de sus veinte años de escritor.

“Es mi visión del mundo. Cualquier lector de mis novelas, al leer estos artículos, comprende de dónde viene el material con el que las nutro”, asegura Pérez-Reverte sobre su nuevo libro. En cada cita semanal con sus lectores el autor de El club Dumas, La tabla de Flandes o La reina del sur se dedicó a componer “un personaje” que cultiva y que mima, y que le permite “decir atrocidades” que en su vida normal no dice ni “tendría por qué”. “El Arturo Pérez-Reverte gruñón, que critica a todo el mundo, es un personaje. Yo no soy así”, aclara el escritor, que se toma sus artículos como “un desahogo semanal. Es como la válvula por la cual una caldera deja escapar la presión excesiva que le sobra”.

Como dice José Luis Martín Nogales en el prólogo de Cuando éramos honrados mercenarios, los textos de este libro “se han publicado durante un tiempo que ha pasado de la euforia económica al derrumbe”, y en el que “la fiebre inversora” con que empezó el siglo XXI “derivaría pronto en una de las crisis más profundas de la historia reciente”. Una crisis, por cierto, que Pérez-Reverte había retratado mucho antes de que ocurriera en su artículo “Los amos del mundo”, que en 2008 circuló por la red. En ese texto, el escritor arremetía contra aquellos que se pasan el día hablando de “fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje”. “Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro”, advertía. Lo curioso es que ese artículo es de 1998. Como si se tratase de una profecía, diez años después todo sucedió como auguraba el escritor en aquel texto.

“Mi reflexión es la siguiente: si yo, que soy un individuo normal, de infantería, me daba cuenta perfectamente de lo que iba a suceder en la política y en la economía, cómo estos sinvergüenzas de financieros y políticos dicen ahora que les ha pillado por sorpresa. Tendrían que haberlo visto”, afirma Pérez-Reverte. Pero “les importaba un carajo”, asegura el escritor. “Lo que sucede es que, aquí, todo el mundo, sin distinción de colores, hace negocios y gobierna pensando en el año que viene o en los siguientes seis meses, y a nadie le preocupan las cosas a largo plazo”, añade el controvertido novelista.

El mensaje que brinda Pérez-Reverte en sus citas semanales es claro: “los culpables” de esa situación “somos nosotros”. Al reflexionar sobre la situación de España, advierte que “lo que más sale en los artículos es un país acrítico, analfabeto, sin capacidad de reaccionar ante nada”. Y asegura: “Desde hace muchísimas generaciones somos cómplices de los canallas que nos manipulan. Cosas por las que la gente normal estaría poniendo barricadas en la calle, asaltando palacios y ministerios, aquí en España la gente las asume y a los dos días ya se ha olvidado porque se va de puente”.

Pérez-Reverte siempre parece tener una carta bajo la manga. Historias que contar le sobran, y como no sabe cuánto tiempo le queda como escritor, se ve obligado a elegir bien cada una de sus novelas futuras para “disparar y no malgastar pólvora en salvas”. Por ahora sabe que cuando se publique El asedio, se meterá de lleno en la nueva entrega del emblemático e hipervendedor capitán Alatriste, El puente de los asesinos, y luego ya verá qué proyecto de los muchos que baraja se convierte en novela.

* Publicado en Página / 12 el 11 de enero de 2009.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/17-16605-2010-01-11.html


“Ellos se merecen respeto” *


Lejos de la demonización que intentaron imponer algunos medios, la muestra que se exhibe en el Palais de Glace permite conocer la intimidad de la Túpac Amaru: “El desafío era mostrar a un sector que lucha contra la pobreza de manera exitosa”.

Desde unitarios y federales, la argentina es una historia de oposiciones. Saussure dijo alguna vez una verdad universal: un signo existe sólo porque existe su opuesto. Algo similar pasa con las ideas, ese conglomerado en permanente choque. Justo en el momento en que algunos medios de comunicación demonizaban a la mayor organización popular del país, Sebastián Miquel viajó a Jujuy para poner el foco en el corazón de la Túpac Amaru y traer otra mirada. “El desafío era mostrar a un sector que lucha contra la pobreza de manera exitosa”, explica el fotógrafo a Página/12. Su muestra Abia Yala-hijos de la tierra puede visitarse de martes a domingos de 12 a 20 en el Palais de Glace (Posadas 1725), con entrada libre y gratuita, hasta el 28 de febrero.

“Otro mundo es posible”: bajo ese título, los ojos perfectos, dulces y oscuros de una niña a la espera de un plato de comida quedaron registrados en una de las fotografías más inolvidables de la serie compuesta por otras 53. El nombre de la imagen tiene aires de exhortación, mensaje que sobrevuela todo el trabajo de Miquel: el cambio, la lucha. La esperanza. Lo que el fotógrafo ofrece es un retrato de la organización liderada por Milagro Sala en su máxima expresión. Diferentes zonas de Jujuy donde funciona –Ledesma, Alto Comedero, Maimará y San Andrés, entre otros– y todo lo que siguió a un buen manejo de recursos: comedores, guarderías, fábricas y enormes piletas. Pero lo cierto es que, más que sobre la Túpac, esas fotos hablan acerca de quienes la componen.

Porque si ese mundo es posible (o ya real) es porque hay quienes lo construyen. “Lo que más me llamó la atención es que hay historias ahí atrás. Hay gente, humanidad”, subraya Miquel. Exquisitas desde el punto de vista técnico, las imágenes de 60 centímetros por 80 en su mayoría rescatan, ante todo, emociones de rostros humanos, un propósito altamente logrado con el empleo de teleobjetivos. Caras sonrientes, gente trabajando y domingos de descanso demuestran cómo un norte castigado, olvidado, vapuleado y triste deja de ser desgracia. Sin el ruido de la comunicación escrita –muchas veces, deliberado– las fotos logran contradecir elocuentemente aquello de que la Túpac es “una agrupación armada”.

Por la cantidad de imágenes y su heterogeneidad, la misión de Miquel –todavía emocionado por la experiencia– queda cumplida: realmente consigue dar otra mirada. En Plus-valía, un juego con el término marxista, aparece una mujer trabajando feliz en una fábrica textil. “La plusvalía, lejos de ser la explotación, es la alegría que manifiesta su rostro”, explica el artista. Otra mujer –verdaderas protagonistas de la muestra, incluso en los trabajos de construcción, llamativamente– posó ante la lente luego de responderle al fotógrafo que su trabajo “estaba bueno porque no tenía patrón”. Y así se llamó la foto: Sin patrón. También hay muchos niños, como en La activista y Revolución, y varias fotografías sobre “derecho a la información”, una de las actividades solidarias que realizan los integrantes de la Túpac con el fin de acercar detalles de sus derechos a quienes no los conocen. En resumen, lo que sobresale es “el sentido del humor que tienen, su alegría en el trabajo, su ímpetu. Y esa solidaridad más jujeña, más colla”.

“¿Qué pasa cuando los pobres se organizan? En Buenos Aires y en ciertos sectores sociales, incluso en los más progres, uno escucha: ‘¿Por qué le dan plata a esa negra? ¿Por qué le dan cabida a esa gente?’ Lo que yo empecé a notar es que daba bronca que una organización liderada por una mujer fuera exitosa. Por una mujer, originaria de collas, sin modales finos y morocha”, analiza el fotógrafo. Fue la efervescencia de una cosmovisión opuesta a la suya la que terminó por “obligarlo” a internarse durante una semana en distintos barrios del norte y volver para contarlo.

El interés por la Túpac lo arrastraba desde hacía dos años, ya que solía contactarse con algunos de sus afiliados cuando llegaban a Buenos Aires a propósito de una manifestación. También conocía a Sala, “una mujer extremadamente simple, que no tiene pruritos y que vive trabajando, haciendo cosas”. Pero la angustia inspira al artista. Y el arrebato poético no pudo esperar cuando la Túpac fue acusada de arrojar huevos al senador Gerardo Morales para luego quedar envuelta en escándalos más graves. “El ataque pasó de ser político a racista. Cuando se empezó a decir que eran grupos armados, narcotraficantes y violentos, dije: es el momento de salir a mostrar, desde otro lugar, qué es lo que hacen”, recuerda Miquel, un ex trabajador de varios medios gráficos que hoy retrata modelos para costear proyectos como éste.

“Lo que hacen” se resume en unas pocas palabras: son “una comunidad organizada que vive con valores diferentes: la solidaridad, el trabajo y la verdad”, entiende el fotógrafo. De ahí el nombre quechua de la muestra, que “tiene que ver con la unidad latinoamericana precolombina”, explica. Y, acompañada de esta idea, está otro de los objetivos de la exposición: “Lo que intenté mostrar es una revalorización de la política, que siempre está en el ojo de la tormenta como algo que no sirve. Ellos lograron lo que lograron por ser una organización social y popular que consigue fondos para trabajar a partir de su fuerza. Se ve el Estado desde el lugar de deber luchar contra la pobreza y la política como el medio para conseguir una mejor calidad de vida para las personas. En eso, la Túpac es el ejemplo”, desliza Miquel, acostumbrado, desde la rama documental de la fotografía, “a ir a buscar lo peor del ser humano”.

“Con temas como el del campo, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisuales o la Túpac empezás a ver la fragmentación de la sociedad. Hay dos o tres países. Creo que ellos se merecen respeto, por más que uno no quiera vivir así. Y ellos no pretenden que el país sea Túpac Amaru, sino que los que entren ahí tengan trabajo y una vida digna”, expresa el artista. Y anhela: “Vi gente que salía llorando de la muestra, otra muy contenta y otra a la que no le había pasado nada. Ojalá la fotografía tuviera el poder de cambiar algo en la gente”.

Entrevista: María Daniela Yaccar.

* Publicado en Página / 12 el 11 de enero de 2009.

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/2-16604-2010-01-11.html